Cómo España puede convertirse líder mundial en energías limpias
España se encuentra en una coyuntura única para capitalizar su potencial energético y convertirse en un líder mundial en la transición hacia las energías renovables.
Con una geografía y clima favorable, España tiene la capacidad de generar energía limpia a gran escala, principalmente a partir de fuentes como la energía solar fotovoltaica, eólica y la hidráulica. Pero, a pesar de estas ventajas, existen desafíos que deben abordarse para que el país pueda maximizar su potencial.
A continuación, desde Grupo Forma-t analizamos estos retos y las oportunidades que ofrece la transición energética.
¿Qué es la transición energética?
La transición energética se refiere a un proceso de transformación integral en la forma en que producimos, distribuimos y consumimos energía. Su objetivo principal es abandonar la dependencia de los combustibles fósiles, como el carbón, el gas y el petróleo, para adoptar un modelo energético basado en fuentes de energía renovables y limpias, como la energía eólica, solar e hidráulica. Este cambio es fundamental para alcanzar una mayor sostenibilidad, mitigar el impacto ambiental y enfrentar el cambio climático, uno de los retos más urgentes de nuestro tiempo.
Históricamente, no es la primera vez que se vive una transformación en los sistemas energéticos. Por ejemplo, el paso de la madera al carbón en el siglo XIX o del carbón al petróleo en el siglo XX marcaron importantes puntos de inflexión en la manera en que las sociedades obtenían y usaban energía. Sin embargo, la transición actual se distingue por su carácter de urgencia y su enfoque en la protección del medio ambiente, respondiendo a la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y frenar el cambio climático.
Ventajas competitivas en la generación de energía renovable
Uno de los grandes activos de España en la transición energética es su geografía y clima. España cuenta con la mayor cantidad de horas de sol de toda la unión europea, lo que la convierte en un paraíso para la generación de energía solar fotovoltaica. Además, su extensa costa de más de 7.900 km la posiciona favorablemente para la instalación de parques eólicos, tanto terrestres como marinos. A esto se suma la orografía del país, caracterizada por numerosos desniveles que facilitan la generación de energía hidráulica.
Esto convierte a España en un referente para la producción de energía renovable en Europa. Sin embargo, la capacidad de generar grandes cantidades de energía no es suficiente para garantizar el éxito económico de esta transición. España necesita desarrollar otras áreas clave para consolidarse como una auténtica potencia energética de cara al futuro.
Electrificación de la economía: una oportunidad para descarbonizar
El camino hacia una economía más limpia pasa por la electrificación de sectores clave como la industria, el transporte y la climatización. Sustituir los combustibles fósiles por energía eléctrica renovable no solo contribuirá a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también hará a España menos dependiente de los combustibles fósiles importados de países inestables o con pocos escrúpulos en términos de derechos humanos.
La adopción del coche eléctrico, la sustitución de calderas de gas por bombas de calor y la electrificación de procesos industriales representan oportunidades económicas y ambientales que deben ser aprovechadas. Sin embargo, para que esto ocurra, España necesita invertir en mejorar su red de transporte y distribución eléctrica, un reto que no puede esperar.
La necesidad de una red eléctrica adecuada
Uno de los principales retos de España en la transición hacia las energías renovables es contar con una infraestructura de transporte y distribución de electricidad adecuada. Aunque el país tiene una gran capacidad para generar energía limpia —particularmente de fuentes solares y eólicas— no basta solo con producirla. Es esencial disponer de una red eléctrica capaz de llevar esta energía a los puntos de mayor demanda: centros industriales, puertos, polígonos empresariales y zonas urbanas con alto consumo.
El sistema eléctrico actual no está diseñado para responder al aumento en la demanda que resultará de la electrificación de la industria y el crecimiento del uso de vehículos eléctricos. Podemos imaginar la red eléctrica como un sistema circulatorio: España necesita «nuevas arterias» para que la electricidad renovable fluya eficientemente hacia los usuarios finales, tanto residenciales como industriales.
Desafíos en el transporte y distribución de energía
El principal obstáculo en este proceso es que la red de transporte y distribución no está creciendo al mismo ritmo que la generación de energías renovables. Esto crea un desequilibrio, impidiendo que muchas empresas y regiones puedan acceder a la energía limpia que requieren para avanzar hacia un modelo de consumo descarbonizado.
Para solventar este problema, es fundamental que el regulador español planifique una expansión de la infraestructura eléctrica de manera que evite cuellos de botella. Un enfoque más flexible y ágil en la planificación y ejecución de inversiones será crucial para que la electricidad renovable llegue a donde más se necesita, en el momento adecuado.
El papel de la administración en el futuro energético
La transición energética en España no depende únicamente de sus recursos naturales; la clave está en las acciones de la administración pública. La falta de planificación y las trabas burocráticas podrían comprometer el crecimiento del sector energético y frenar la reindustrialización limpia, que promete empleo y crecimiento económico.
Algunos de los puntos clave que se deben abordar incluyen:
- Planificación de la red eléctrica: El regulador debe anticipar las necesidades de electrificación y asegurar que la red pueda soportar la creciente demanda de electricidad, especialmente en áreas industriales y puertos.
- Aumento de la inversión: Es necesario incentivar las inversiones en infraestructura eléctrica, tanto en transporte como en distribución, para asegurar que la energía limpia llegue a todas las zonas que la demanden.
- Interconexiones eléctricas: España debe reforzar sus conexiones con otros países, especialmente con Francia, para facilitar la exportación de energía renovable y reducir la dependencia de combustibles fósiles.
- Simplificación de trámites burocráticos: Agilizar los procesos de licencias y permisos para la construcción de nuevas infraestructuras energéticas es esencial para avanzar en la transición energética.
- Almacenamiento de energía: Desarrollar la capacidad de almacenamiento para la energía generada por fuentes como el sol y el viento es fundamental para garantizar un suministro estable y continuo de electricidad, independientemente de las condiciones meteorológicas.
Conclusión
España tiene ante sí una oportunidad excepcional para convertirse en líder global en la transición hacia las energías renovables. Con una posición geográfica privilegiada, un clima propicio y recursos naturales abundantes, el país está bien posicionado para capitalizar la energía solar, eólica e hidráulica, contribuyendo así a un futuro energético más limpio y sostenible. Sin embargo, la transición energética no se trata solo de producción; requiere también una infraestructura de transporte y distribución de electricidad sólida y modernizada, capaz de llevar la energía limpia a las áreas de alta demanda. En este sentido, España enfrenta grandes retos, como la modernización de su red eléctrica, la planificación de nuevas inversiones y la eliminación de barreras burocráticas que puedan frenar este avance.
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